sábado, 7 de abril de 2018

Viejo columpio,viejo amigo

Allí estaba, en mi parque favorito, como cuando era pequeño, balanceándome en aquel columpio, aquel viejo columpio, que chirriaba a cada balanceo, gritaba pidiendo un poco de cariño antes de ser usado.

Y aquel columpio, estaba como yo, triste, solo y desolado, con falta de cariño, igual que mi solitario corazón. 

Aquel columpio esperaba que alguien le diese un poco de cariño. Y tuve la suerte de ser yo quien se cruzara en su camino, pues los dos andábamos esperando que llegara algo que nos cambiara la vida sin saber que íbamos a ser el perfecto complemento para cada uno.

Tras escuchar sus chirridos, decidí ayudarle, engrasé sus viejas cadenas, las cuidé con mucho cariño y les susurré que estaba encantado de volver a sentir su frío entre la palma de mis manos.

Tras engrasar las cadenas de aquel viejo columpio, de aquel viejo amigo, empecé a balancearme de nuevo, esta vez sin chirridos de por medio, sin agonizar, sin pedir clemencia por su parte. Esta vez, lo único que sentía, era el suave y fresco aroma de la brisa del viento que acariciaba mi piel, que refrescaba mi cuerpo, mi mente.

Y en cada balanceo, mi mente viajaba muy lejos de aquel lugar, viajaba a años de distancia de la actualidad, mi mente se daba un paseo por el pasado, recordando aquellos tiempos cuando era un niño inocente, que se divertía simplemente con el simple balanceo de un columpio.

Y ahí, fue cuando comprendí, que aquel viejo columpio me estaba agradeciendo el gesto que había tenido con él.

Aquel viejo columpio, me volvió a dar una lección, como antaño, volvió a indicarme el camino a seguir.

Y desde entonces, sé que siempre hay que regalar nuestra mejor versión sin pedir nada a cambio, tarde o temprano la vida de alguna manera nos acaba recompensando...

#escritos #columpios



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